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lunes, 14 de enero de 2013

Una historia inesperada.

Yo no sabía como contarle que había echado mucho de menos su compañía durante todo este tiempo, pero por otro lado pensaba que si le contaba que todos los días pensaba en ella y más aun viéndola siempre por clase, podría llegar a pensar que yo estaba enamorado de ella y no se si realmente esos eran mis sentimientos.

Así pues le conté que, como siempre, me pasaba los días sin hacer nada, sin salir de casa nada más que para ir a clase y casi antes de que estas acabasen ya deseaba volver para encerrarme en mi habitación y en definitiva en mi mundo.

Cada segundo que pasaba en la soledad de mi habitación se me hacía eterno, pero ¿qué más podía hacer yo si prácticamente no puedo hablar ni con mi propio hermano sobre mis problemas?. No tenía en quien apoyarme cuando lo pasaba mal.

Durante el tiempo en el que los dos pasamos algunas tardes juntas, yo sentía que ella era mi vía de escape, mi salida al mundo normal y una forma de no ser siempre el bicho raro que se encierra en casa.

Cuando ocurrió lo de aquel beso aquella tarde yo me quedé muy confundido y todavía hoy le doy vueltas a aquel momento. No se si simplemente fue un impulso que no supo controlar y de verdad sintió aquel acto, o si por su parte simplemente piensa que fue algo que se le escapo de las manos y no debería haber pasado nunca.

Después de que todo esto llegase a oídos de Marta y se enterase por primera vez de como me sentía yo realmente durante todo este tiempo, se levantó del sofá y vino a sentarse junto a mi, al otro lado del salón.

<<Luis, yo no sabía que el mero hecho de que yo saliese contigo fuera de las clases durante unos días había supuesto tanto para ti.-Se recostó sobre mi hombre y continuó.-Recuerdo perfectamente el día del beso, no se porque hice eso ni se si lo volvería a hacer.

En ese momento tenía mis sentimientos confundidos, no te lo conté, pero aquel verano, salía con alguien y todo se termino justo antes de comenzar las clases. A él le conocí en el campamento, salimos durante todo el tiempo que duró, pero al llegar el fin del campamento y del verano nos dimos cuenta de que lo nuestro no podía ser.

Yo por mi parte quería seguir con nuestra relación, pero el último día, cuando tenían que venir a recogernos me llevé una gran sorpresa y no para bien. Él... ¡TENÍA NOVIA!. Junto a sus padre vino a por él otra chica, la que al principio yo pensé que era su hermana o algún familiar suyo, hasta que se besaron.

Estaba en shock, no supe que hacer y simplemente borré de mi mente los buenos meses que habíamos pasado juntos e hice como si este verano no hubiese existido, a parte de salir con él y engañarme lo único bueno que me pasó fue que me hablasen de ti.

Cuando volví a la ciudad y a ver a los que eran mis amigos, comenzaron a preguntarme por lo que había hecho este verano, al no quererles contar nada pensaron que no tenía confianza en ellos y decidieron que no querían salir mas conmigo porque no sabían si les ocultaba más cosas.

Y creo que eso es todo lo que me ha pasado este verano y por lo que reaccioné así. Tú no lo has pasado bien, ni yo tampoco lo creas o no, pero por encima de todo los pocos días que compartimos como amigos agradecí mucho tu amistad.>>

Me quedé helado, sin poder casi ni parpadear y por supuesto sin poder articular palabra. Miraba fijamente a Marta, pero cuando terminó su discurso bajé inmediatamente la cabeza al suelo, no podía mirarla a la cara, me había utilizado para no estar sola.

-¿CÓMO PUDISTE HACERME ESO Y SIN NI SIQUIERA CONOCERNOS?- Estaba muy alterado, y esas fueron las primeras palabras que salieron de mi boca. No se si fueron las más adecuadas para el momento pero me sentí muy utilizado.

-Pero... pero... yo no...- Marta no pudo decir nada más entre sollozos y yo continué con mi enfado.

-No puedo creer que yo depositase mi confianza en ti y que tú simplemente me estuvieses tratando como un sustituto del novio que te engañó en el campamento.-Estaba lleno de rabia, pero realmente no entendía porque.-Yo no soy sustituto de nadie y mucho menos de alguien así de...-Me detuve en seco.

Marta estaba llorando muchísimo y todo por culpa de mis gritos. Estaba siendo una persona muy insensible, sin darme cuenta estaba haciéndole daño y no me había percatado de la situación. Ella me contaba todas estas cosas, porque seguramente se sentía arrepentida de su comportamiento.

Me estaba contando cosas que como había dicho no sabían ni sus anteriores amigos. A mi me molestaron muchas de las cosas que ella me dijo, pero justo en ese instante y viéndola llorar de ese modo me propuse una cosa a mi mismo y también tenía que ver con ella.

Abracé a Marta, no quería que pensase que no me importaban sus sentimientos ni como se encontraba porque eso no era así. La abracé durante un buen rato y a la vez le acariciaba suavemente el pelo para que se calmase.

Esperaba sinceramente que mejorase un poco su estado de ánimo, no me gustaba verla tan triste y por su puesto, mucho menos por mi culpa.

La recosté un poco en el sofá, cogí el vaso de agua de la mesa y fui a la cocina a por mas agua y algo de papel para que se secase las lagrimas.

Marta bebió un poco de agua y después le sequé suavemente las lágrimas que salían de sus hermosos ojos y me quede mirándola e intentando tranquilizarla con suaves caricias en su rostro y sus brazos.

Poco a poco ella reaccionó y cuando casi estuvo tranquilizada del del todo le conté lo que paso por mi cabeza minutos antes.

-Marta, quiero proponerte una cosa.-Le esbocé una leve sonrisa, pero ella estaba demasiado triste como para devolvérmela.- He estado pensando y creo que lo mejor para los dos es olvidarnos de todo esto, de todos estos meses tan extraños y comenzar desde cero.

Ella no hacía intención alguna de contestar a mis palabras, mas yo no esperaba respuesta alguna a ellas. Tenía que acabar de contarle todo lo que mi mente había trabajado.

-Quiero que pienses en todo esto, aunque se que el que más tiene que pensar soy yo, pero de todos modos creo que nos vendrá bien a ambos tomarnos un tiempo de reflexión. aun queda una semana antes de comenzar las clases de nuevo y quiero proponerte que tengamos este tiempo para pensar cada uno en lo que queremos hacer. Yo te ofrezco mi amistad y comenzar de cero y si puedes perdóname todos los malos ratos que te haya hecho pasar.

Marta se levantó del sofá y fue a ponerse sus zapatos, era ya casi medianoche y tenia que volver a su casa, pero seguía sin contestarme a nada y yo ahora si esperaba una respuesta aunque simplemente fuese un "Me lo pensaré".

Se puso sus zapatos y me devolvió las zapatillas de mi madre que le presté. Cogió el vaso y se terminó lo que le quedaba de agua, también se secó las pocas lágrimas que le quedaban y puso camino a la puerta principal.

-Luis...-Dijo justo antes de girar el pomo de la puerta y detenerse en seco.-... no necesito ningún tiempo para pensar, yo tengo las cosas muy claras y las he tenido todo este tiempo, puede que al principio confundiese cosas, pero ahora se lo que siento y lo que quiero hacer. Si necesitas más tiempo para pensar lo entiendo son muchas cosas las que te he contado y pueden haberte sonado extrañas, pero si no me gustaría poder quedar contigo pasado mañana donde siempre, si aun recuerdas donde es, y comenzar de cero como me propones.

Abrió la puerta despacio, supongo que no esperaba una respuesta y así fue no pude articular palabra. Salió y fue escaleras abajo perdiéndose poco a poco el sonido de sus tacones en el suelo. Cerré la puerta cuando ya no se podía escuchar nada y fui a mi habitación.

Las palabras de Marta resonaron toda la noche en mi cabeza.No podía dejar de pensar en todo lo que ella me había dicho y como cambiaba todos los pensamientos que tuve durante todo este tiempo.

Continué toda la noche inmóvil sobre la cama sin mover un ápice de mi cuerpo. Poco a poco pude ver el Sol entrando por los agujeros de la persiana de mi habitación y fue entonces cuando reaccioné.

lunes, 22 de octubre de 2012

Una tarde en casa.

Caminamos largo rato calle abajo por la gran avenida que iba, de su casa hasta la calle donde estaba el pequeño bloque de pisos donde vivía con mi hermano Pedro.

Íbamos muy lentamente, pero sin detenernos. A pocos metros de llegar a mi casa, pues ya se veía el portal al final de la calle, ella me pasó mi mano por encima de sus hombros y recostó su cabeza contra mi, debía estar agotada de haber llorado minutos atrás.

No sabía como sentirme en aquel momento, no podía pensar con claridad, estaba con Marta después de meses sin hablarnos y esquivar miradas por los pasillos, tras una discusión en plena calle y habiéndola hecho llorar.

Ignoraba si ella me quería, aunque suponía que no, tampoco tenia idea alguna de que era lo que ella sentía por mi o lo que pensaba de mi tras estos meses y más en concreto con lo que paso minutos antes. Con todas estas dudas y preguntas revoloteando por mi cabeza nos acercábamos al portal. 

Suavemente quité el brazo con el que le rodeaba los hombros y saqué las llaves del bolsillo de mi chaqueta, Marta se apoyó contra la pared mientras yo abría, se la veía muy apagada, sin ganas de nada ni de ver a nadie, supongo que accedió a venir conmigo por no regresar a su casa o acudir a la cita que tenía con los ojos hinchados por llorar.

Al fin abrí la puerta y cogí de nuevo a Marta de la mano, subimos unas pequeñas escaleritas y nos topamos de frente con el ascensor, abrí la puerta y nos metimos dentro. Subimos varios pisos y llegamos a la puerta de mi casa, continuaba sin creer lo que estaba pasándome. 

Giré la llave dentro de la cerradura y con muchos nervios la invité a pasar, mi voz temblaba. Entramos los dos y cerré la puerta, pasamos al salón y la senté en un pequeño sillón que teníamos, la dejé sola unos segundos y fui a la cocina a por un poco de agua y algo para comer. 

Regresé al salón y le ofrecí el agua y la comida, pero colo aceptó el agua, dijo que no tenía hambre y que estaba algo nerviosa y si comía algo seguramente le sentase mal. Dejé la comida encima de la mesa del salón y el vaso de agua del que Marta acababa de beber. 

No se si sería lo mas adecuado, pero la deje sola durante un rato y fui a mi habitación, me puse algo más cómodo para estar por casa, me quite los zapatos que llevaba y me puse unas sandalias algo más cómodas. Pasé por la habitación en la que dormían mis padres y encontré unas zapatillas que mi mi madre utilizaba para estar por casa, estaban algo viejas, pero todavía podrían servir de algo.

Con las zapatillas rosas y verdes de mi madre en la mano pase al baño y las limpié un poco con una toalla para quitarles el polvo que tenían de haber estado largo tiempo guardadas en un armario. Volví por donde había venido y entré otra vez en el salón. 

Dejé las zapatillas al lado de los pies de Marta, no dije nada, pero supuse que ella entendería que podía utilizarlas si quería para quitarse los tacones que llevaba, pues no me parecían nada agradables ni buenos para sus delicados pies. Ella los aceptó y rápidamente se quito sus tacones y se puso las zapatillas que le había traído.

Mientras ella se recostaba un poco en el sillón yo fui a sentarme en el sitio mas alejado de ese sillón que había, un sofá en la otra esquina del salón, parecía que huía de ella, pero solo intentaba darle espacio para que no se agobiase o no se sintiese agobiada. Posiblemente ella prefiriese que yo estuviera junto a ella y no al otro lado de la sala, pero era mejor que pidiese por si misma lo que quisiera cada momento.

Los dos permanecíamos inmóviles, sin mirarnos, sin hablar, simplemente en silencio y sumergidos en nuestros propios pensamientos. Marta levantó la cabeza miro al techo y se dejó caer tumbada en el sillón.

Marta comenzó a hablar entre susurros, era prácticamente inaudible, a veces se escuchaba alguna palabra pero no pude encontrar relación entre ninguna de ellas.

-¿Cómo te encuentras Marta?-Le pregunte con un leve hilo de voz, que pensé que ni escucharía.

-No sé como me siento, no sé que pensar sobre lo que me pasa y no sé que hacer ahora mismo.- Se la veía derrotada sin saber que dirección tomar.

Yo estaba bastante confundido con todo aquello, ella no quería saber nada de mi pero accedió a venir a mi casa. Con todo esto me decidí a preguntarle.

-¿Marta, hay algo de lo que quieras hablar?-Estaba muy confuso, no se si me escucharía, estaba sumergida en sus murmullos y sus pensamientos, pero si me escuchó.

-Si, hay algo de lo que me gustaría hablar Luis.- Se le notaba muy decaída, pero a la vez con ganas de hablar.

-Tranquila Marta, podemos hablar de lo que necesites, para algo están los amigos.-Le esbocé una leve sonrisa para que supiera que podía confiar siempre en mi, aunque creo que ella no me vio, estaba con la cabeza mirando al suelo.

-Luis, me gustaría saber cómo has pasado estos meses, quiero saber en qué has estado pensando o simplemente en que no has pensado.-Sabía que esa última pregunta la decía porque pensaba que no me habría acordado de ella.

Me quedé con la cara blanca, no sabía si debía contarle como lo pasé realmente y lo que es más, no sabía si estaría preparado para contárselo todo, pero a la vez no estaba dispuesto a ocultarle nada a ella. Con todas estas dudas en mi cabeza comencé a contarle...

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Lo que pasó en el número 19

Mi mente estaba completamente en blanco, por mi cabeza no pasaba ni una sola frase, ni una sola palabra, ni tan solo una misera letra que pudiera salir de mis labios. Allí parado, observándola, esperando a que ella me dijese algo más, que me despertase de mi ensimismamiento y pudiésemos tener una conversación y hablar sobre aquellos meses sin saber nada el uno del otro.

-¿Se puede saber qué haces tú llamando al timbre de mi casa?- Se notaba el enfado en su mirada, percibía un sentimiento de indiferencia hacia mi y muchas mas cosas tan tristes que no sabre jamás como describir.-En todos estos meses no has encontrado el valor para hablarme en los descansos de clase o cuando nos cruzábamos por la calle y ¿vienes justo hoy a mi casa?.- La note completamente enfadada conmigo y yo no sabía como reaccionar a eso.

Parecía que ella iba vestida como para una cita muy importante, con un hermoso y elegante vestido negro, un pequeño bolsito dorado y unos zapatos de tacón altísimos y también dorados. Nunca me había fijado en ella como hasta ahora.

Por mi cabeza ahora si pasaban cosas, pero seguían sin aparecer las palabras adecuadas que decir en aquel preciso momento. Veía a Marta como una chica nueva, completamente diferente a la que conocí los dos días que compartimos a principio de aquel curso.

-¡Te he echado de menos Marta!- Esas fueron las únicas palabras que salieron de mis temblorosos labios aquella tarde.

Ella no hizo ningún gesto que delatase que tenía intención de seguir manteniendo una conversación conmigo y con la cabeza gacha y una mueca de decepción y tristeza en su rostro aceleró el paso y cruzó la esquina. No sé que pasaría después con ella, ni donde iría, ni que pensaría de mi, ni nada de nada, no tenía en absoluto conocimiento de nada de lo que estaba pasando.

Por mi cabeza pasaban pocas cosas en aquel momento, solo tenía dos opciones, o salir corriendo detrás de ella o volverme a mi casa y dar todas las opciones de poder hablar con ella por perdidas. Antes de que pudiera pensar que quería hacer mis piernas se movieron solas.

Salí corriendo de allí en la misma dirección en la que fue Marta minutos antes, en poco menos de un minuto llegué al final de aquella larguísima calle y al girar la esquina mi sorpresa fue mayúscula. Marta estaba sentada en uno de los primeros portales de aquella calle, con los zapatos de tacón en la mano y el bolso tirado en el suelo a unos metros de ella.

Tenía las manos en la cara como si estuviera llorando y yo no podía entender porqué. Ella simplemente me había ignorado durante todos estos meses y está claro que yo no hablé con ella, pero Marta también podría haberse dignado a decirme algo y no, no lo hizo me ignoró y provocó que yo lo pasase tan mal estos últimos meses.

Me acerqué poco a poco, pero con muchos nervios e intentando no hacer mucho ruido me senté a su lado. Estuve pensativo sin hacer ningún movimiento durante unos minutos, entonces visto que ella me ignoraba me dispuse a levantarme de allí para marcharme Marta me agarró de la camiseta y me volvió a obligar a sentarme junto a ella.

Entre lágrimas y sollozos me miró a los ojos y me abrazó, yo estaba si cabe más confuso que antes, ella no quería ni verme, pues salió huyendo de mi minutos antes, pero ahora me abrazaba. No era capaz de comprender nada de lo que me estaba pasando.

No soportaba verla tan mal, continuaba sin saber como definir mis sentimientos hacia ella, pero aún así no quería ni podía verla pasándolo mal. Me levanté de aquel escalón y la levanté a ella conmigo, seguíamos abrazados y ella no me soltaba al contrario, me apretaba más y más. La separé un poco de mi y saqué un pañuelo de mi bolsillo y le seque las lágrimas

-Marta no puedo verte así de mal, no se que te pasa, necesito que me digas algo y me ayudes a entender esta extraña situación.- No se si es lo que debía decir justo entonces, pero fueron las pocas palabras que conseguí articular.

-A ver Luis, tengo un lío tremendo en mi cabeza y no puedo decirte nada más.-Se secó las pocas lágrimas que todavía goteaban de sus hermosos ojos y prosiguió.- Necesito ir a algún sitio más tranquilo para pensar, pero no puedo volver a mi casa ahora, mi madre piensa que me fui con mis ex amigos.

No podía creerlo, seguía llamándoles ex amigos a pesar que había vuelto a salir con ellos. En ese preciso instante se me paso una cosa por la cabeza, no se si ella estaría cómoda con mi idea, o si realmente es lo que debía hacer pero no se me ocurrió nada más.

Ella no quería estar en un lugar público, porque a nadie le apetece llorar en la calle, pero tampoco quería ni podía volver a su casa al menos en un buen rato. En un arrebato de valentía como no había tenido nunca le dije algo que ni yo mismo creía que pudiese estar diciendo.

-Oye Marta, no se si es lo mejor en este momento, pero mi hermano se fue de viaje un par de días y no hay nadie en mi casa, si no quieres volver a tu casa puedes quedarte conmigo hasta que puedas volver o te sientas con ganas de regresar a tu casa o con quien hubieses quedado.

Hubo una pausa, yo no dije nada más pues ya le había hecho una propuesta ahora tenía que sopesarla ella. Marta no decía nada ni hacía ningún gesto, solo miraba al horizonte, pero en un momento se movió y fue a recoger del suelo su bolso y sus zapatos de tacón.

Cuando los tuvo en sus manos, se sentó otra vez en el escalón de aquel portal con el número 19 y se colocó los preciosos zapatos en sus pies, se levantó, se dirigió de nuevo hacía mi y me dijo:

-Gracias Luis, no es lo que más me apetezca en este momento pero la tuya es la mejor opción que tengo.- Me cogió de la mano y andamos de camino de vuelta a casa.

lunes, 24 de septiembre de 2012

La decisión.

Marta y yo nos cruzábamos a penas por los pasillos, cruzábamos muchas miradas, se notaba que los dos teníamos muchas ganas de volver a hablarnos. Ella había vuelto a salir con los amigos con los que riñó este verano.

Siempre que me encontraba solo y con un momento para pensar, cosa que sucedía muchas veces en mi día a día, me dedicaba a pensar en que sería de ella, en si realmente seria o no feliz con sus amigos, esos que tanto la habían despreciado en verano. 

Pero un día mi hermano me dijo que fuera lo que fuese lo que rondara por mi cabeza dejase de lamentarme por ello y hiciese algo al respecto, que estando en el sofá tirado todo el día no arreglaría nada solamente iría a peor. El no sabía nada de mi vida, aunque eramos familia no confiaba mucho en él y nunca le conté mis problemas.

Esta vez todo era diferente, sentía la necesidad de compartir esto con Pedro. Así pues le conté lo poco que hicimos aquellos dos días juntos, le conté todo lo que Marta me dijo sobre sus vacaciones este verano. Mi hermano no se lo podía creer, simplemente alucinó con todo aquello hasta que al final reaccionó.

-No se si lo que sientes por ella es amor, o simplemente te encaprichaste por haber pasado dos días tan buenos juntos y no se si ella te querrá o simplemente se acercó a ti por soldad, pero eso es algo que debes descubrir.  -Entonces dijo una frase que jamás olvidaré.- Si tu de verdad la quieres solo puedes hacer una cosa y es descubrir lo que ella siente por ti.-Hizo una pausa y continuó.- Si te quiere no le importarán los meses de distanciamiento pero si no yo siempre estaré aquí para apoyarte.

Yo estaba atónito, todos estos años intentando no pedir consejo a mi hermano y resulta que me había dado uno de los mejores consejos de mi vida. A parte de esto, también había conseguido darme ánimos de seguir adelante.

Me di cuenta de que no podía estar mal toda mi vida por alguien que ni sabía si le importaban mis sentimientos o pasaba de ellos. Había estado casi cuatro meses como alma en pena por el instituto por la biblioteca los días que había ido a estudiar para los exámenes y por casa donde solo me aguantaban mi hermano y el gato.

Continué con malas caras e ignorándola como todo este tiempo, hasta que un día harto de todo me decidí por escribirle un mensaje. Si, soy un cobarde por no tratar las cosas a la cara, o eso es lo que yo he pensado siempre.

Nunca me he atrevido a decir según que cosas, siempre he buscado la opción fácil, aunque en este caso creo que ninguna opción era fácil, puesto que podía salir muy bien y que volviéramos a entablar amistad, o muy mal y perder el contacto para siempre.

Tenía que tomar una decisión rápido, o nunca sabría lo que yo sentía por ella ni lo que ella sentía por mi. Estábamos a un par de semanas de terminar el segundo trimestre y muy saturados de exámenes. Después de estos tendríamos un par de semanas de vacaciones antes de encarar la recta final del curso.

El primer día de vacaciones después de los exámenes me pensé mejor la idea de mandarle un mensaje y aunque no se de donde salieron mis fuerzas me presenté aquella tarde en su casa.

Mil cosas pasaban por mi cabeza, no se si era amor, si era un simple encaprichamiento o si me llevaría la mayor decepción de mi vida.

Llamé al timbré de su casa y pregunte por ella, me dijeron que enseguida bajaba. Yo no contesté nada más, me quedé sorprendido pero supuse que habría quedado con sus amigos y por eso bajaría.

Estuve esperando como unos diez minutos, entonces la vi bajar por las escaleras de su finca aunque ella no me vio a mi de momento. Una vez abrió la puerta y salió su cara de sorpresa fue digna de ver.

-¡LUIS! ¿Qué haces tu aquí?- En su cara noté sorpresa al verme, por suerte no noté que estuviese enfadada, pero tampoco que se alegrase de verme allí.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Distanciamiento.

De camino a casa solo podía pensar en lo que acababa de suceder, no me quitaba aquel inesperado beso de mi cabeza, pero a la vez solo quería olvidarme de aquel suceso, porque sabía que nunca se iba a repetir.

Caminaba con dirección a mi casa, pero inconscientemente y sin saber porqué acabé frente al portal de casa de Marta, inmediatamente salí corriendo de allí y fui a mi casa. Llegué al portal de mi casa y no acerté a abrir la puerta, estaba nervioso y no sabía como tranquilizarme. Al fin abrí y subí a casa, allí solo me esperaban mi gato y mi hermano mayor, Pedro.

Vivíamos los dos solos, mis padres nos dejaron al separarse porque ninguno quiso hacerse cargo de nosotros. Mi hermano trabajaba todo el día para mantener todo lo que teníamos: casa, coche, mascotas y sobretodo a nosotros mismos. La casa estaba pagada por nuestros padres pero debemos mantenerla limpia y siempre con comida y cosas suficientes para vivir cómodamente.

La historia de nuestra vida es triste si, pero no puedo ni debo pensar en eso ahora, solamente podía pensar en como había transcurrido todo aquella tarde. Se hacía de noche y yo fui a tumbarme al sofá antes de ir a dormir para descansar y coger con todas las fuerzas posibles el nuevo día.

Tan absorto estaba en mis pensamientos que no me di ni cuenta que mi hermano había apagado la televisión y se había ido a dormir hacía ya horas y que tenía a mi gato tumbado sobre un cojín que tenia encima de mis pies.

Casi eran las cuatro de la mañana y a las siete debía levantarme para poder estar a tiempo en clase una hora más tarde. Me fui a mi habitación y caí directamente sobre la cama encima de la colcha sin abrirla, sin ponerme el pijama, sin ganas de nada. Estaba de un humor extraño, no quería saber nada de nadie solo quería saber porque pasó lo que pasó aquella tarde.

No creo que Marta pudiera haberse enamorado de mi en tan solo dos días, es prácticamente imposible y por otra parte yo a día de hoy no sentía nada por ella más allá de amistad, no creo que pueda enamorarme de nadie en tan solo dos días.

Seguía pensando y pensando en todas estas cosas, yo no quería pero los pensamientos venían solos a mi cabeza. Por fin media hora aproximadamente después de meterme en la cama me dormí y lo que a mi me parecieron unos segundos y en realidad fueron dos horas y media más tarde me desperté y completamente sin poder sentir nada me puse a punto para otro anodino día de clase.

Caminaba sin ganas por la calle, camino a clase y la vi a lo lejos, allí estaba ella. Vaya momento más extraño, estaba viviendo lo que se conoce como un "déjà vu". Esta era la misma escena que viví dos días atrás en el primero del curso.

Si era exactamente la misma escena que poco tiempo antes, pero esta vez estaba completamente convencido que tendría un final totalmente distinto.

Aceleré mi paso aunque no se por qué. Supongo que sería simplemente por la inercia de repetir la misma escena. Estuve detrás de ella durante un rato, parecía que la siguiese. Pero poco a poco Marta aminoró la marcha y yo continuaba acelerando hasta que pasé por su lado y giré levemente la cara y vi que no levantaba la mirada hacia mi.

Pensé que lo de la tarde anterior había sido un error y un hecho aislado que valía la pena olvidar. Simplemente me dirigí rápidamente a clase y ignore todo cuanto había a mi alrededor.

Pasaban las horas de clase y los descansos y ambos nos ignorábamos. Varios días pasaron así, ni una ni otro se atrevía a acercarse a hablar. Todo parecía haber vuelto a ser como antes, aunque sabíamos que todo era diferente entre nosotros.

Pasaban los días de clase, incluso varias semanas y todo era igual, monótono, anodino, rutinario y más sinónimos que no consigo recordar ahora. Nada cambiaba, uno y otro hacíamos lo mismo día tras día: íbamos a clase sin cruzar palabra, hablábamos con nuestros respectivos "amigos", aunque cada uno sabía que no eran amigos simplemente gente con la que salir para olvidar a otras personas.

Así pasaba el tiempo para nosotros, cruzábamos miradas por los pasillos, pero ninguno se atrevía a dar ningún paso más. 

lunes, 3 de septiembre de 2012

Discusión en plena calle.

Al escuchar aquel grito, me giré inmediatamente y aun sin saber que me pasaba me dirigí hacia ella. Marta pretendía que yo le diese alguna explicación de por qué salí de allí sin decirle nada ni tan siquiera un simple "Hasta mañana".

Marta me dijo que le sorprendió mucho que me fuese tan de sopetón y me preguntó que si estaba molesto con algo o si simplemente me olvidé de ella. Yo estaba allí, pero mi cabeza continuaba aun en la conversación que mantuvimos en la Heladería. No podía comprender como era aquella situación que vivía ahora.

¿Debía pensar que ella se acercó a mi solo porque otras personas se lo dijeron? o por otro lado, ¿debería darle un voto de confianza y creer que se dignó a hablar conmigo por voluntad propia?.

Algún día mis preguntas tendrían una respuesta, pero me parecía que no iba a ser hoy ese día. Aproximadamente media hora. Es lo que estuvimos el uno frente al otro, en mitad de la calle sin decir nada, mirándonos fijamente a los ojos, cristalinos, a punto de brotar lágrimas de ellos aunque no hubiese motivos.

Finalmente Marta se dio la vuelta con la cabeza gacha, pero no se movió de allí. En un acto de desesperación por no saber que pasaba le conté todas las dudas que rondaban por mi mente. Ella se quedó mirando al suelo y cuando terminé soltó una risa irónica y me miró con cara de sorprendida.

-¿Realmente crees que si no fuese por voluntad propia habríamos quedado estos días?, ¿No crees que si a mi no me hubiese apetecido, por mucho que me dijesen que eras así habría pasado de hablar contigo?- Marta dijo esto indignadísima y con cara realmente de enfado.

No sabía que hacer, como reaccionar, que pensar. Acababa de tener una discusión con alguien con quien apenas llevaba dos días hablando. Yo realmente no pensaba que ella no quisiera hablar conmigo y solo hablase por lo que le habían contado de mi aquel verano, pero era lógico, o al menos eso creo yo que si alguien no te habla en mas de diez años compartiendo clase y justo empieza a hablarte después de contarte esa historia pueden surgir ciertas dudas.

-Mira Marta, no llevamos ni dos días de clase y ya hemos hablado más que durante el resto de años juntos en el colegio.- ¡Yo discutiendo el mitad de la calle!, ¡YO!, la persona mas tranquila que jamás ha existido.-Y siguiendo con esta conversación, no creo que hayas hablado conmigo solo por eso pero comprende que es extraño que una persona solitaria como yo, le hable tanto alguien como tu que siempre se ha relacionado con la gente mas popular del instituto. Aun con los problemas que has tenido con ellos me sorprende.

-Luis no creo que debas poner en duda el por qué me he decidido a hablar contigo, te he contado mis problemas este verano me he sincerado contigo y me he excusado una y mil veces por no fijarme en ti todo este tiempo, estuvo mal por mi parte lo se, pero tenía otras amistades que me presionaban.- Marta estaba a punto de llorar y casi no le salían las palabras pero no podía dejar de hablar.- No hablé contigo porque si no mis amigos me rechazarían y por aquel entonces aún pensaba que eran gente que merecía la pena cosa que se que ahora no son.

Lo pienso y no se porque reaccioné así, pero lo único que se me ocurrió en aquel momento fue secarle las lágrimas con mis manos, abrazarla lo más fuerte que pude y decirle al oído que se tranquilizase, que entendía perfectamente lo que había vivido ella todos estos años.

Marta me separó de aquel eterno abrazo ya más calmada y nos volvimos a quedar mirando fijamente. Fueron unos segundos que nunca sabré describir y así sin más, de pronto, sin esperarlo... ¡ME BESÓ!.

Anonadado y con la piel de gallina, me quedé allí plantado un buen rato mientras ella corría calle arriba de vuelta a casa sin haberme dicho nada después de aquel inesperado beso. Tras unos minutos en los que yo aun no era consciente de lo que acababa de pasar y ya había perdido de vista a Marta, regresé a la heladería cogí la chaqueta que allí había olvidado y regresé tranquilamente a casa.

domingo, 26 de agosto de 2012

Un verano extraño.

Caminábamos tranquilamente hacia el lugar donde pretendíamos pasar la tarde charlando como el día anterior, llegamos y nos sentamos en la misma mesa en la calle que ayer, todo transcurría como la vez anterior, pero Marta estaba algo más callada.

-Siento no hablar tanto como el otro día, pero estoy nerviosa por lo que tengo que contarte.-tragó saliva se quedó mirándome y yo no sabía que es lo que podría salir de aquella boquita.- Tengo que decirte, que sabrás que nunca antes había hablado con nadie que no fuese de mi grupo de amigos, pero este verano tuve problemas con ellos y me di cuenta de muchas cosas.

No me esperaba aquello, me pillo de improvisto, pensaba que me diría algo mas alegre. Le dije que fuera lo que fuese lo que tenía que decir que no pasaba nada que se tranquilizara. Que lo que hubiese pasado no tenía porque ser malo.

- Discutíamos mucho...- Marta siguió con su explicación.-... a pesar de todos los años que llevábamos juntos no éramos capaces perdonarnos pequeñas diferencias y roces que pasaron durante este verano. No nos soportábamos, pasamos demasiado tiempo juntos y al final todos dejaron de hablarme, decían que yo era una persona que tan solo era fachada, dejé un tiempo de salir con ellos y descubrí que no les echaba en falta. Entonces me di cuenta que no eran amigos de verdad, ni ellos se preocuparon por saber si yo estaba bien, ni yo notaba su ausencia en mi vida.-Hizo una pausa para respirar, pues se le notaba triste y continuó explicándome.- Decidí aquel día que desde entonces no querría saber nada de ellos y que conocería a gente nueva y no volvería a permitir que me pasase lo que sucedió con ellos.

Dicho todo esto yo estaba anonadado, no sabía que decir, en aquel momento solo podía pensar que ella era amable conmigo porque no tenía a nadie más, porque se había quedado sola, pero para mi sorpresa Marta me iba a hacer ver que las cosas no eran como yo las veía en ese momento y que no se acercó a mi porque no tuviese a nadie más, si no que alguien le habló de mi aquel verano y sintió mucha curiosidad por conocerme.

-Este verano, me fui de campamento porque no quería ver a mis "amigos"...-dijo Marta con voz temblorosa.-... y casualmente conocí a una chica que hablaba maravillas de un chico con el que años atrás había compartido campamento.-No me esperaba que lo que ella estaba a punto de contar.-Una chica llamada Victoria, me empezó a hablar de un chico muy educado e inteligente, que siempre estaba para los demás cuando le necesitaban y que no le importaba mirar por el bien de otros antes que por el suyo propio, Victoria y su novio Álvaro, me hablaban continuamente de ti, aunque evidentemente en aquel momento yo no sabía que aquel chico misterioso eras tu.

Seguía sin saber como reaccionar a eso, yo conocí a aquella pareja en un campamento cuando tan solo tenía doce años, después de tantos años ellos seguían pensando cosas maravillosas sobre mi, y lo que es más, ella no sabía que se trataba de mi, pero me contaba que querría poder conocer a la persona de la que tan bien le hablaron.

A Marta le contaron todo lo que yo hice por la gente del campamento y lo que hacía por cualquier persona siempre que se me presentaba la ocasión. Ella pensaba que fuera como fuese debía conocer a ese chico, era una persona que a su parecer merecía mucho la pena, no como los amigos que la dejaron de lado por un simple malentendido.

Me contó que les preguntaba mucho sobre esa misteriosa persona, hasta que un día se dio cuenta que nunca le habían dicho ni de donde era ni como se llamaba y por ello decidió preguntarlo ella misma. Victoria y Álvaro le dijeron que se llamaba Luis y que vivía en un pequeño pueblecito, que casualmente, era el mismo donde ella residía.

Marta se quedó pensativa y no recordaba conocer a ningún Luis, ya que aún estando en el ultimo año de instituto nunca habíamos cruzado muchas palabras. Cuando empezó el curso ella si logró acordarse de mi e inmediatamente pensó que yo debía ser aquel Luis del que le habían hablado.

En aquel momento yo no sabía que pensar, ella solo quería conocerme por lo que le habían dicho otras personas, pero yo sin embargo siempre había estado dispuesto a conocer a todo el mundo aunque nadie se acercase a mi. No sabía qué hacer o qué pensar, entonces ella me dijo que solo quiso conocerme de verdad cuando se enteró de que ese Luis era yo, porque me había tenido todos estos años delante y por culpa de los prejuicios de sus amigos no se atrevió a hablar nunca con nadie.

Supongo que eso es bueno, ya que así podríamos conocernos, pero yo en ese momento necesitaba tiempo para pensar y saber si ella realmente quería conocerme por como era yo y por voluntad propia o simplemente porque había dejado a sus amigos.

Yo me levanté de la mesa y fui a pagar lo mio, estaba aun aturdido por toda aquella información y no me di cuenta de decirle nada a ella, pagué y me fui hacia mi casa dejándola allí sola. Marta salió corriendo detrás de mi pero yo no me detuve hasta que ella grito mi nombre en medio de la calle más transitada del pueblo.